EL
ÁRBOL DE LAS EMOCIONES
Había una vez, un bosque donde vivía un árbol gigante, alto y
robusto. Unos días, el árbol se sentía feliz y alegre, y
no paraba de reír cuando las mariposas y los ruiseñores se paraban en sus ramas
y le hacían cosquillas.
Otros días se sentía tranquilo y relajado
observando a los demás árboles, sintiendo la paz y la belleza del bosque.
Los días de lluvia se sentía triste porque nadie venía a
verle y con la humedad de agua cogía frío y se resfriaba.
Otros días estaba enfadado
porque venían al bosque los leñadores a cortarle sus ramas para hacer madera
para sus chimeneas.
Un día que se
sentía triste, se puso a llorar. Entonces se le acercó una ardilla, le acarició
su tronco y le preguntó:
-
¿Por qué lloras hermoso árbol?
El árbol le contestó secándose sus lágrimas:
-
Lloro porque me siento extraño: hay días que me
siento feliz, alegre, tranquilo y
relajado y otros días, me siento enfadado, triste, nervioso o estresado.
La ardilla le miró a los ojos y le dijo:
-
Precioso árbol, no tengas miedo de sentir tus
emociones. No hay emociones buenas o malas. No existe la alegría sin la
tristeza. Estar vivo es experimentar todas las emociones que viven en ti. Siéntelas y
acéptalas todas y alimenta aquellas que te permitan crecer y ser mejor cada
día.
Autora: Carmina Vallverdú del
Olmo
No hay comentarios:
Publicar un comentario